En la Universidad de Barcelona, un grupo de investigadores trabaja en un proyecto europeo que conecta el cerebro humano a un robot, por medio de electrodos y unas gafas especiales. El usuario tiene la sensación de estar realmente dentro del cuerpo del androide situado en cualquier lugar del mundo.
“En realidad virtual, te representamos por medio de señales en tres dimensiones en otro espacio, y dentro de ese espacio, cuando miras hacia abajo ves que tienes un cuerpo y que interactúa”, explica Kristopher J. Blom, jefe del proyecto VERE de la Universidad de Barcelona. “Sientes que esta representación virtual que ves en alguna medida es mi cuerpo. Y esto es interesante, porque realmente el cerebro lo acepta, hasta cierto punto, como tu cuerpo”.
Los electrodos que miden los impulsos cerebrales permiten controlar las acciones del robot sin necesidad de mover las extremidades. El objetivo es abrir el mundo a personas con discapacidades graves, para que sean capaces de caminar a través de un robot, como si se tratara de un avatar.
“Lo que vemos aquí son cuadrados que parpadean a diferentes frecuencias”, comenta Mar González, estudiante de posgrado de neurología de la Universidad de Barcelona. “El operador actúa con ellos simplemente prestando atención. La frecuencia en la que está parpadeando este cuadrado se reproduce en el córtex visual, nosotros podemos saber qué cuadrado estás mirando”.
“El ordenador está preparado para reconocer algunas señales emitidas por el cerebro, con significados concretos -por ejemplo, una señal puede significar ‘mueve tu brazo’, otra señal puede significar ‘mueve el otro brazo’, o ‘avanzar’, etcétera”, cuenta Mel Slater, coordinador del proyecto VERE. “La idea es que la persona con discapacidad regresa al mundo en un sentido físico, siendo capaz de interactuar con la gente, moverse, aunque en realidad esté en la cama o en una silla de ruedas”.
“Necesito tu ropa, tus botas y tu moto”, dice el androide.
“El dispositivo tiene una cámara estéreo para grabar vídeo en tres dimensiones, un sensor acelerómetro y un giroscopio para el registro de las vibraciones y de la velocidad angular de la cabeza, y un doble micrófono para el registro del audio en tres dimensiones”, comenta Daniele Leonardis, estudiante de la Escuela de Estudios Avanzados de Santa Ana.
Antonio Frisoli, Jefe del Área de Interacción Hombre-Robot de la Escuela de Estudios Avanzados de Santa Ana:
“Con la estación personificada completa queremos proporcionar al usuario una experiencia sensorial rica, que incluye estimulación vestibular de movimiento, la simulación de contacto, visual y acústica, para recrear totalmente el sentimiento de estar en un cuerpo, que puede ser un cuerpo virtual cuando uno se mueve en un entorno virtual o de un avatar o de un robot que interactúa en un ambiente real”.
Tocar objetos virtuales, sentir sus texturas y peso harán que el mundo digital resulte más natural, en definitiva, un lugar más fácil en el que vivir.
“Somos felices por participar en este proyecto con nuestros amigos científicos”, asegura George Augoustidis, presidente regional de una asociación de enfermos parapléjicos. “Esta investigación ayuda a comprender mejor las necesidades de las personas con discapacidad y a crear más productos que simplifiquen nuestra vida”.
Los científicos utilizan cámaras y sensores para estudiar los movimientos de personas con problemas de movilidad, obteniendo así datos más precisos sobre sus limitaciones físicas.
“Estamos midiendo parámetros motores, intentamos crear un modelo sobre la forma en que la gente mueve sus extremidades, sus manos y pies”, comenta Georgios Stavropoulos, del Instituto Telemático CERTH. “Cuánto pueden doblar las rodillas o mover la cadera, con el objetivo de crear un modelo estadístico sobre el movimiento de las personas con diferente tipo de discapacidad -gente con Parkinson, apoplejía, o incluso personas mayores”.
Los datos permiten simular cómo las personas con discapacidad realizarían diversas tareas, como, por ejemplo, abrir la guantera de un coche.
Gracias a estos modelos, los diseñadores sabrán de antemano lo seguros y adecuados que son sus productos, pudiéndolos adaptar mejor a personas con limitaciones físicas.
Mirar la pantalla a través de los ojos de un enfermo de glaucoma o usar el ratón como lo haría alguien con temblores puede ayudarnos a comprender los desafíos físicos a los que se enfrentan muchas personas. Un paso más hacia un mundo sin límites.
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